Dioxinas en Alemania ¿ riesgo alimentario?
Lamentablemente, se vuelve a dejar en las manos de los medios de comunicación de masas, cuya especialización técnica sanitaria suele distar mucho de la necesaria la información de unos hallazgos que, incluso a los iniciados, resulta difícil de interpretar. El resultado es el mismo, lo que la población recibe es una comunicación de alarma no necesariamente justificada desde el punto de vista sanitario. Estamos comunicando el PELIGRO, que no es lo mismo que comunicar el RIESGO a que ese potencial peligro se manifieste, que es lo que debería hacerse.
En los últimos días, las noticias alarmistas sobre la presencia de dioxinas en piensos y en los alimentos, ha vuelto a eclipsar otras realidades que, incluso relacionadas con el tema, no han merecido los mismos titulares, a pesar de que, sin duda, se lo merecen por las repercusiones que tienen y van a tener. Efectivamente, se hace especial hincapié en un tema relacionado con la seguridad alimentaria desde un punto de vista sanitario, pero se pierde en los rincones de los diarios otra noticia también relacionada con la seguridad alimentaria, pero con otro matiz distinto, la carestía (y carencia) de materias primas para la alimentación humana y animal, que ya ha sido el detonante para derrocar un gobierno (el de Túnez) y que ya ha provocado mas víctimas humanas que la primera. Pero no nos desviemos del motivo de nuestra reflexión, la presencia de las dioxinas en piensos y alimentos y su repercusión sobre la salud pública, intentemos dilucidar el riesgo real que representa la crisis de la dioxinas sobre la salud pública.
De entrada, resulta difícil conocer la realidad de la situación, información fehaciente, datos, cifras, fundamentalmente porque no hay información oficial, solo información periodística, pero intentemos hacer un resumen:
1.- En una compañía productora de grasa para piensos, esta grasa se mezcló con un lote de ácidos grasos, “destinado a usos técnicos” contaminado con dioxinas (según parece, estos ácidos grasos provienen de la producción de biodiésel a partir de grasas de origen vegetal).
Sería necesario conocer exactamente cual era el origen y el destino de los ácidos grasos contaminados, porque el mero hecho de que provengan de la industria de biodiésel no excluye directamente que no se puedan utilizar en la alimentación animal. Otros subproductos de la producción de biocombustibles, los DDGS, se destinan a la alimentación animal sin ningún problema. En cualquier caso, lo cierto es que se produjo un desvío de grasas no destinadas a la alimentación animal hacia la cadena alimentaria. No es la primera vez que se produce, es común que las grasas y minerales puedan tener varios usos, todos ellos legales, el problema es como evitarlo. Se propone que exista una línea de producción separada de los aceites de usos técnicos de los destinados a la alimentación animal, esto es fácil de decir pero, ¿como se hace en la práctica?. Si es así, una planta de bioetanol (esto es, que elabora un producto técnico), no podrá comercializar un producto destinado a la alimentación animal (los DDGs). ¿Soluciona esto el problema?. Evidentemente no, no es fácil evitar que un mineral, como las arcillas caoliníticas, o los fosfatos, que se obtienen en minas, o las plantaciones de palma en Indonesia, que surten de aceite de palma a la industria de biodiésel, pero también a la industria alimentaria o a la industria de producción de piensos, tengan plantas de producción separadas. Además, aunque así sea, ¿Cómo se evita que un desaprensivo aproveche un momento de materias primas a precio elevado para desviar el producto? ¡Es imposible reconocerlo, ya que es totalmente idéntico en todos los casos!. Esta medida, que parece que es la propuesta por el Gobierno Alemán, tiene más un efecto populista que práctico. ¿no sería mas práctico desnaturalizar el producto que se decida utilizar para su uso técnico, como se hace con los MER, o con el gasoil de uso agrícola?. De esta forma, la materia prima que haya salido de la cadena alimentaria (y de sus normas), no podrá volver a entrar.
Por cierto, durante la producción de biodiésel no hay ninguna reacción química que genere dioxinas. Por tanto, si las dioxinas aparecieron en los ácidos grasos, eso quiere decir que ya venían con la materia prima, sea aceite de colza, de jatrofa o de palma, por lo que habrá de controlarse también el origen de éstas materias primas. Eso debe investigarlo el gobierno alemán mediante la trazabilidad del producto, y es importante para evaluar el riesgo del origen de ciertas materias prima y reforzar los controles.
2.- Pero, sigamos con los hechos. ¿Cómo se descubrió la presencia de dioxinas en las grasas? ¿Fue un control oficial?. Esta información permanece difusa en la nebulosa de la información periodística. Según parece, las dioxinas fueron halladas en un control realizado por la propia empresa que había recibido las grasas quién, automáticamente, lo comunicó a las autoridades competentes quienes, a su vez, pusieron en marcha de forma inmediata (y no meses después, como se puede leer en algunos periódicos ). Según parece, la comunicación se produjo a finales de diciembre y las medidas se adoptaron de forma inmediata. Hay que tener en cuenta que el análisis de dioxinas es muy largo (una semana de técnicas analíticas), por lo que la grasa analizada pudo haber entrado en la cadena alimentaria.
El caso es que esa grasa contaminada “de uso técnico” se mezcló con la grasa destinada a la alimentación animal, y se envió a 25 fábricas de pienso y desde ellas, el pienso elaborado se envió a su vez a un buen número de granjas. Lo que no se sabe, en principio, es si todos los lotes de ácidos grasos están contaminados ni en que proporción (parece que se distribuyeron 6 lotes)
3.- ¿Fueron correctas las medidas adoptadas por el gobierno Alemán?. Como corresponde a la idiosincrasia alemana no solo fueron correctas, sino impecables. Aplicando el principio de precaución, inmovilizaron todas las granjas a las que se habían enviado los piensos potencialmente contaminados. Incluso fueron conservadores, incluyendo como sospechosos los lotes de grasas producidos un mes antes de la alarma. No hubo distribución de grasas fuera de Alemania
Una vez inmovilizadas las granjas, por precaución, no porque fueran un saco de veneno, se procedió a analizar todos los piensos de cada una de las granjas de gallinas ponedoras, de pollos de engorde y de cerdos (mas de 4000). Además de la dificultad técnica (el análisis de dioxinas, además de largo es muy complejo), hay que tener en cuenta el coste de cada análisis (unos 1200 euros) para hacernos una idea del esfuerzo llevado a cabo por las autoridades sanitarias que, en menos de 15 días y a la vista de los resultados negativos en pienso, desbloquearon una buena proporción de las mismas. Quedaron todavía una serie de granjas, en las que los resultados positivos en pienso (ya hablaremos mas delante de cifras y sobre el significado sanitario de “positivo”), hicieron sospechar que los animales podrían estar contaminados y son las que quedaron en “cuarentena”, pasándose a la segunda fase de análisis de los productos animales destinados al consumo humano y originarios de estas plantas. Resultaron “positivos” huevos (lo que es lógico, dada la proporción de grasa de las yemas) y un par de canales de cerdo (lo que es lógico, debida la baja tolerancia para este tipo de animales). Las granjas con resultados negativos se desbloquearon y se liberaron a consumo sus productos, las negativas se destruyeron y las dudosas se mantienen en espera hasta estudiar los resultados. Técnicamente irreprochable.
Vamos ahora al meollo de la cuestión y es, en qué medida existe o ha existido riesgo para la salud de los consumidores. Ármese el lector de paciencia y una buena calculadora, porque será necesario para dilucidar esta cuestión.
Empecemos por apuntar que la Unión Europea ha establecido unos niveles máximos para la Dioxinas y PCB similares a las dioxinas, tanto para los alimentos como para los piensos (la última versión es la Recomendación de la Comisión de 6 de febrero de 2006). Los límites máximos no se establecen en virtud de su toxicidad química o Límite Máximo de Residuos (como ocurre con otros productos introducidos intencionalmente en la cadena alimentaria por el ser humano, como es el caso de los medicamentos de uso veterinario, o los biocidas). Al tratarse de un contaminante ambiental, estos niveles se fijan en virtud de la “contaminación natural” de los distintos productos, lo que da lugar a curiosos efectos, como después veremos.
No conocemos cifras oficiales, de los análisis, así que tendremos que orientarnos por las noticias periodísticas.
Según las noticias, los análisis de las grasas demostraron la presencia de dioxinas en valores 77 veces superiores a los permitidos. Si leemos la Orden Pre 1809/2006, podremos observar que los límites máximos para las grasas de origen vegetal destinado a la alimentación animal es de 0.75 ng/kg de producto (referido a una humedad máxima del 12%). Para poder entender la dimensión de esta unidad, sería necesario trasladarlo a las unidades que, de forma rutinaria utiliza el lector, esto es, g/Kg, g/g o PPT, diríamos que se trata de 0,00000000075 g/kg o bien 0,00000000000075 g/g. o bien 0.75 ppt. Quizá sea mas práctico identificar 1 ppt con un sobrecito de azucar ¡Disuelto en el embalse de Santillana!,( utilizar un simil de un sobrecito de azúcar no es por quitar importancia, es porque es el que utiliza la FAO para aproximar este tipo de medidas a algo comprensible por todos: ver http://www.fao.org/docrep/007/y5468s/y5468s0a.htm ) Esto significa que si las cantidades que se detectan en la grasa de origen vegetal exceden esta cifra, se considerará positivo (sin que exista el menor riesgo para la salud porque resulta que la tolerancia para aceite de pescado es de 6.0 ng/kg y también es seguro).
Pues bien, si las grasas superaban esa cantidad 77 veces implicaría un contenido en grasa de 57,75 ng/kg. A partir de aquí, seguiremos con el supuesto del peor caso posible. Suponiendo una incorporación máxima al pienso del 2-6%, resultaría una cantidad máxima en pienso completo de 1,5-3,4 ng/kg de pienso. Veamos la orden ministerial lo que dice para el pienso de todas las especies animales menos los peces ; la tolerancia máxima es de 0, 75 ng/kg, esto quiere decir que en ambos casos es positivo, porque excede la cantidad máxima permitida, pero ya no es 77 veces mas, sino 2-4 veces mas. ¿Quiere esto decir que es peligroso para la salud?. Pues no, porque si ese pienso compuesto fuera destinado a peces, la tolerancia sería de 2,25 ng/kg y todavía seguiría siendo seguro. Incluso en el caso de inclusión de 2-4% de grasa contaminada, daría lugar a un pienso por debajo de los niveles máximos y la mayor incorporación del 6% de grasa, solo excedería la cantidad máxima en menos de 2 veces lo máximo permitido.
A partir de aquí la cosa se complica, ya que es necesario determinar la posible contaminación de los animales y no es posible hacer una simple regla de tres para calcular los niveles máximos, pero , a la vista de los niveles de contaminación del pienso, que superan los límites máximos establecidos por poco (no olvidar que estamos hablando de ppt o de un azucarillo disuelto en el embalse del Atazar). Por lo que es de aventurar que, en caso de sobrepasarse los niveles máximos en animales, tiene que ser por poco.
Según la prensa, el mayor porcentaje de positivos han tenido lugar en huevos (la yema es rica en grasa), en dos canales de cerdo y en vacuno ha resultado negativo… Veamos los límites establecidos en la legislación.
Para el huevo los niveles son de 2 pg/g o ng/kg o 2 ppt (lógico, por el mayor contenido graso). Para la carne de cerdo 0,6 pg/g y para el bovino 1,5 pg/g. ¿Quiere decir que si superamos los 0,6 ng/kg en carne de cerdo es peligroso para la salud? Pues tampoco, porque la tolerancia para el pescado es nada menos de 3 pg/g, esto es 5 veces superior y ¡no es peligroso para la salud!. Esto es, puedo comer un salmón con 3 pg/g y entra dentro de los límites legales, pero esos mismos pg en carne de cerdo resultan ilegales, lo que no quiere decir que sea tóxico.
En cualquier caso, es necesario conocer los datos concretos en carne de cerdo, pero todo parece indicar (por el hecho de que solo 2 canales resultaran positivas –aunque no sabemos cuantas se analizaron y por los niveles bajos, aunque superiores a los permitidos en pienso) que los niveles de dioxinas superaron los niveles máximos en pequeña cantidad, incluso hubieran sido declarados como negativos si fueran peces.
En consecuencia, parece que no existe ni ha existido ningún riesgo para la salud de los consumidores, incluso en el peor escenario posible, que se hayan consumido carne o huevos contaminados, ya que los niveles de dioxinas que potencialmente podrían entrar en la cadena alimentaria estarían en línea con los habituales para otros alimentos de consumo rutinario. Es de destacar que el principal efecto negativo de las dioxinas es a largo plazo, por su acumulación en grasas y su difícil eliminación, por lo que es necesario continuar con los mecanismos de control que permiten la liberación al mercado de productos seguros para el consumidor y la detección temprana, como es el caso, de aquellos que no lo son.